Sir Henry Morgan, fue un filibustero, gobernante y marinero galés. Hijo de un rico labrador, dejó su hogar para acabar residiendo en la isla de Jamaica, donde empezó a asociarse con otros filibusteros de la época, como Christopher Myngs y el nnerlandés Eduard Mansvelt, de quien fue seguidor.
En connivencia con los gobernadores jamaicanos, bajo autoridad británica, y en medio de diversas tensiones políticas con potencias de la época, emprendió varias campañas bélicas contra las posesiones españolas en la zona del mar Caribe. Realizó su primera operación a gran escala en 1668 al saquear la ciudad de Puerto Príncipe (actual Camagüey) en Cuba, y culminó con la atrevida acometida a la ciudad de Panamá en 1670. En este lugar, a pesar de tener las circunstancias en su contra al atravesar el istmo de Panamá a través de la selva, y con evidente desventaja de hombres y armamento, demostró sus dotes de mando al encabezar una banda de asaltantes hasta lograr la victoria.
A pesar de los desmanes cometidos durante sus expediciones en América, fue nombrado caballero por el rey Carlos II de Inglaterra el año de 1674, y ocupó el cargo de Teniente Gobernador de Jamaica, donde ejerció la función de perseguir a piratas de la zona. En sus últimos años de vida sufrió de una precaria salud. Al morir, sus restos fueron sepultados en el cementerio de Palisadoes de Port Royal.
Saqueo de Portobelo
A pesar del éxito en Puerto Príncipe y del apoyo a los filibusteros desde Jamaica, la tripulación estaba insatisfecha. Ante estas circunstancias, Morgan les animó a no desfallecer y les prometió más riquezas. Disponiendo en ese momento de una flota de 8 embarcaciones y de 400 hombres, desveló su plan a Modyford de atacar la ciudad de Portobelo en Panamá, tercera ciudad mejor defendida después de La Habana y Cartagena de Indias en la zona del Caribe. Sus subordinados se espantaron ante la propuesta, pero Morgan les aseguró que tendrían el factor sorpresa a su favor. En el transcurso del viaje a la costa de Centroamérica se les unió otro contingente, por lo que su tropa creció a 460 hombres y nueve naves.
En los momentos previos al ataque, la flota bordeó la costa y posteriormente se embarcaron en lanchas. En la travesía capturaron un centinela español en el estero de Longalemo, quien de ahí en adelante les sirvió de guía. El plan de ataque consistió en arribar a la localidad por tierra, donde la ciudad estaba menos guarnecida. Los filibusteros abandonaron sus lanchas a unos 5 km de Portobelo y emprendieron la marcha. Al amanecer, el primer objetivo fue el castillo de Santiago, el cual fue tomado sin aparente dificultad. Una vez dentro, hicieron explotar un almacén de pólvora con todos los soldados españoles encerrados allí. En seguida se dirigieron al fuerte de San Jerónimo, pero los españoles resistieron a la embestida. Ante la demora de la victoria, el filibustero hizo uso de una cruel estratagema: mandó a reunir a un grupo de ancianos, monjas y curas, y les forzó a situarse al pie de la muralla para proteger las escalas que subirían los atacantes. Ante una primera advertencia de Morgan al capitán del castillo acerca del destino de los infortunados, el oficial se negó a rendirse e ignoró la presencia de los rehenes, quienes, según Exquemelin:
…le gritaban [al gobernador] y rogaban por todos los santos del cielo rindiese el castillo para salvarse ellos, y las pobres monjas la vida.
Los filibusteros tomaron el poblado al anochecer, pues el capitán del castillo nunca se rindió. Al final, el militar fue rodeado y ejecutado. Un tercer fortín, llamado de San Felipe, fue tomado la mañana siguiente por sorpresa. En total los atacantes perdieron 70 hombres. No obstante, hubo celebración ante la victoria. Según el cronista neerlandés:
Comenzaron a comer con buen apetito, y a beber como mangas de lo que se siguió la insolencia y los sucios abrazos con muchas honestísimas mujeres y doncellas, que, amenazadas con el cuchillo, entregaron sus cuerpos a la violencia de hombres tan desalmados.
Los hechos ocurrieron en julio de 1668, y duraron un tiempo estimado de quince días.
Además del pillaje realizado, Morgan exigió 100 000 reales de a ocho como tributo de quema. Mientras, desde la ciudad de Panamá arribaron tropas del gobernador Don Juan Pérez Guzmán con un contingente de soldados que fueron abatidos por los asaltantes. Posteriormente, según el historiador Pedro Pérez Valenzuela, Guzmán ordenó a los filibusteros que abandonasen la localidad, pero Morgan se negó. Ante la respuesta, el gobernador desistió de organizar un nuevo batallón y abandonó la ciudad y a sus pobladores. En consecuencia, los vecinos decidieron asentir ante las exigencias y pagaron lo requerido. En Cuba se hizo el reparto de un botín de 250 000 pesos a una tripulación satisfecha. La fama de Morgan se incrementó entre los piratas del área por este ataque.
De acuerdo a los relatos de Exquemelin, Guzmán le mandó un mensaje al galés, impresionado por la toma de Portobelo con tan pocos hombres (400 según el cronista) y le solicitó un arma usada en el ataque; Morgan lo hizo así, junto a unas balas y con el mensaje de guardarlas por un año, pues regresaría a buscarlas. El Gobernador, por su parte, devolvió los presentes, con una sortija de oro, y con la respuesta que no se molestase en regresar a Portobelo, pues no «la hallaría en el estado en que esta vez la halló».
A su regreso a Jamaica, Morgan manipuló el reporte de la acción ante Modyford, al aseverar que había rescatado a 11 ingleses en custodia en Portobelo, sin dejar saber de sus tropelías. Aparte de esto, del despojo entregó los porcentajes correspondientes al Rey británico. Modyford, a su vez, hizo un informe a la corona de acuerdo a su conveniencia, aseverando su impotencia ante las acciones filibusteras.
Saqueo de la ciudad de Panamá
Entre los años de 1667 y 1670 fueron firmados tratados entre España e Inglaterra que finalizarían las disputas entre ambas potencias y fomentarían las relaciones comerciales. No obstante, un año después del regreso de Morgan a Jamaica, nuevos rumores circularon sobre futuros ataques españoles con la pretensión de recobrar la isla. Además se difundieron noticias de agresiones sobre botes pesqueros y mercantes ingleses. Por otro lado, según Exquemelin, los filibusteros necesitaban dinero para pagar sus muchas deudas en Jamaica debido a sus excesos en Port Royal. Cualquiera que hubiese sido el motivo, los piratas sabían que sus operaciones terminarían pronto, por lo que se apresuraron a preparar algún ataque sobre las posesiones españolas. Al parecer, Morgan era el único capaz en emprender una acción a gran escala; aun cuando estaba atado a los nuevos tiempos que proclamaban la paz. Aparentemente el hecho que legitimó un ataque fue una ofensiva de un tal Capitán Rivero, quien, con patente de corso del Gobernador de Cartagena de Indias, emprendió provocaciones contra piratas en las cercanías de Cuba y un villorio al norte de Jamaica.
Ante los hechos, el gobernador jamaicano comisionó a Morgan el 1 de agosto de 1670 para atacar naves enemigas y mantener la tranquilidad en la isla. Fue nombrado Almirante y Comandante en Jefe de toda la flota de guerra. Deacuerdo a Exquemelin, el galés planeó partir a Port Couillion, frente a la isla de Vaca, donde reuniría a los filibusteros con el proyecto armar un ataque. Modyford, al saber de tales intenciones, le impidió ejecutar alguna acción sobre tierras de españoles a sabiendas que de todos modos se congregarían. El encuentro sucedió el 24 de octubre de 1670. El grueso de aventureros seguían a Morgan en vista que sabían que él les haría adinerados.
En vista de la operación a gran escala, la flota se dividió en tres divisiones para aprovisionarse adecuadamente: una haría saqueos en las costas cercanas para obtener cereales, otra se dedicaría a cazar, y la tercera permanecería en la isla para la construcción de los barcos. Después de los preparativos, la flota sumaba 37 navíos y al menos 2000 hombres. Asimismo, durante la estadía, se dispusieron las recompensas e indemnizaciones a otorgar a los combatientes en la expedición. Para el caso, a los capitanes se les pagaría «la porción de ocho marineros por los gastos de cada navío», y de haber mutilaciones en alguno de los filibusteros, se resarciría de acuerdo a su gravedad. Por ejemplo, se otorgarían 1500 piezas de a ocho o quince esclavos, por la pérdida de ambas piernas. Morgan sabía que la única manera de hacer luchar a uno de su tripulación era retribuyéndole.
Fueron considerados tres objetivos para el asalto: Cartagena de Indias, Veracruz y la ciudad de Panamá. La elección fue esta última, por su gran actividad comercial debido al tránsito comercial entre los océanos Pacífico y Atlántico. Además, era punto de llegada de la flota de plata de Peru. Por otro lado, era la localidad menos protegida y dependía de la selva para su resguardo. Previo a la campaña, Morgan exhortó a sus hombres a actuar sobre los españoles como «enemigos declarados… del Rey de Inglaterra, su pretendido señor».